Hablar de Germán de Argumosa es adentrarse en la vida de un hombre excepcional, un pionero que, con su mirada inquisitiva y su profundo conocimiento, supo abrir caminos en un territorio tan fascinante como desconocido: el estudio de lo paranormal. Su nombre resuena como el de una figura clave en la historia de la parapsicología en España, pero también como el de un intelectual brillante, un humanista apasionado y un investigador incansable.
Nacido en Torrelavega en 1921, Argumosa vivió una existencia marcada por la inquietud intelectual y el desafío a lo establecido. Desde muy joven mostró una curiosidad voraz, un deseo insaciable de comprender lo que la mayoría simplemente ignoraba. No solo se dedicó a la investigación de lo insólito, sino que también cultivó un conocimiento vasto en filosofía, literatura y ciencia, lo que le permitió abordar los fenómenos paranormales con un rigor y una seriedad poco comunes en su época.
Fue un hombre de convicciones firmes y de carácter indomable. Participó en la Guerra Civil, sufrió encarcelamientos y nunca dejó de defender sus ideas con una valentía que pocos podían igualar. Pero, más allá de la política y las luchas ideológicas, lo que realmente definió su vida fue su incansable búsqueda de la verdad. Para él, los fenómenos que desafiaban la razón no eran meros cuentos de superstición, sino interrogantes legítimos que merecían un estudio meticuloso y profundo.
Fue precisamente esta mentalidad la que lo llevó a convertirse en el principal difusor de la parapsicología en España. Su legendaria conferencia sobre las «extrañas voces de origen desconocido» marcó un antes y un después en la percepción pública de estos fenómenos. Su rigor y su capacidad para analizar cada caso con una mezcla de escepticismo y apertura le valieron el respeto incluso de aquellos que no compartían sus conclusiones.

A lo largo de su vida, investigó con pasión fenómenos como la psicofonía, la teleplastia y la precognición, siempre con la premisa de que la realidad es mucho más amplia de lo que nuestros sentidos nos permiten captar. No era un crédulo, ni tampoco un negacionista: era un explorador del misterio, alguien que buscaba respuestas donde otros ni siquiera se atrevían a mirar.
A pesar de su vasta sabiduría, Argumosa publicó poco. No porque no tuviera nada que decir, sino porque su nivel de exigencia era tan alto que rara vez consideraba terminado un trabajo. Sin embargo, su legado quedó en la memoria de aquellos que tuvieron la fortuna de escucharle, de aprender de él y de compartir su visión del mundo.
Su muerte en 2007 no significó el fin de su influencia. Su figura sigue viva en cada investigación seria sobre lo paranormal, en cada mente inquieta que se atreve a desafiar los límites de la comprensión humana. Germán de Argumosa no solo fue un pionero de la parapsicología, sino un símbolo de la eterna búsqueda del conocimiento. Un verdadero guardián del misterio.