A través de su filmografía, Naschy dio vida no solo al hombre lobo, sino también a momias, vampiros, zombis, asesinos, científicos locos y figuras ocultistas. Fue nuestra Hammer Films hecha carne. Películas como La marca del hombre lobo (1968), El espanto surge de la tumba (1973), El retorno del hombre lobo (1981) o Inquisición (1976) no solo mostraron su amor por el terror clásico, sino también su capacidad para impregnarlo de una sensibilidad única, profundamente española, oscura y barroca.
Un pionero incomprendido… y adorado
Durante años, Paul Naschy fue más valorado fuera de España que dentro. En Francia, Alemania, Japón o Estados Unidos se le consideró un maestro del terror. Ganó premios, fue invitado a festivales y hasta Quentin Tarantino elogió su trabajo. Y, sin embargo, en su propio país tuvo que enfrentarse al desprecio de una crítica que no comprendía ni respetaba el género que amaba. Pero él nunca dejó de rodar, nunca dejó de escribir. Fue, como sus monstruos, inmortal.
Anécdotas y curiosidades
Fue campeón de halterofilia en España antes de dedicarse al cine, y esa presencia física imponente le ayudó a construir sus personajes.
Escribía todos sus guiones a mano, y decía que cada película era “un hijo” al que cuidaba con esmero.
En El huerto del francés (1978), basada en un crimen real, interpretó a un asesino en serie con una frialdad escalofriante, demostrando que podía ir más allá del cine fantástico.
Admiraba profundamente a Boris Karloff, pero su gran modelo fue Lon Chaney Jr., de quien aprendió la idea del monstruo trágico.
En los años 90 vivió un auténtico redescubrimiento gracias al culto internacional que lo rodeaba; en convenciones de terror era recibido como una leyenda viva.
Palabras desde la oscuridad
“Yo soy un cineasta marginal. Lo mío es un cine de pasiones. Siempre he rodado por amor al arte. No tengo nada que ocultar. Sólo sé que he amado profundamente al cine.”
— Paul Naschy
El legado de una pasión
Paul Naschy nos dejó en 2009, pero su huella es profunda. No solo por sus películas, sino por lo que representó: la tenacidad del artista que nunca claudica, del creador que levanta mundos enteros con las uñas, del hombre que no pidió permiso para soñar. Hoy, cuando el cine de terror español goza de prestigio internacional, es justo recordar que hubo un hombre que abrió camino en la oscuridad. Un pionero solitario, aullando a la luna entre censuras, presupuestos mínimos y críticas injustas. Paul Naschy fue nuestro monstruo más humano. Y por eso, siempre será eterno.
Dedicado con profunda admiración y cariño
A ti, Paul. Porque no solo creaste monstruos, sino que nos enseñaste a amarlos. Porque nos hiciste soñar entre nieblas, castillos y cementerios, cuando todo parecía en silencio. Tu cine nos unió, nos inspiró y nos dio refugio. Desde nuestro grupoalpha, te seguimos recordando con devoción. Y yo, Dani, que crecí contigo como quien aprende a mirar en la oscuridad, te echo de menos cada vez que la luna se alza sobre algún viejo cine olvidado.