-D- Hace tiempo que no vengo por aquí, nadie se acerca.
-K- ¿Que era este lugar?
-D- Haven, hasta que tres huracanes en tres años lo barrieron del mapa: Enterraron sus muertos y recomenzaron sus vidas en tierras más altas
Dialogo entre Katherine Winter (Hillary Swank) y Doug (David Morrissey) en «La cosecha»
– V- ¿Dónde están tu padre y tu madre, Sarah?
– S- Están en el maizal. D-¿Y que hacen allí?
– S – Todos los mayores están allí
– D-¿En el maizal? ¿Es que trabajan todos allí?
– S- No, Isaac les obligó a ir, el es nuestro guía.»
Dialogo entre Vicky (Linda Hamilton), Burt (Peter Horton) y Sarah, (Anne Marie Mackevoy) en «Los chicos del maíz»
La historia documentada de Fresno de Torote podría remontarse como asentamiento árabe al siglo IX , aunque su esplendor lo alcanzó en el siglo XV vinculado a la familia Mendoza, y más concretamente a Juan Hurtado de Mendoza y Lujan, II Señor de Fresno de Torote, cuyos restos fueron encontrados en el año 2001, dentro de una pequeña caja mortuoria, en una de las paredes de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción , en el propio Fresno. La caja mortuoria, de aproximadamente metro y medio de longitud, estaba forrada de tela negra y rodeada de sellos heráldicos y cruces blancas. Sobre la tapa, con los correspondiente sellos notariales, una leyenda que rezaba «Aquí yacen los huesos del muy magnífico caballero Don Juan Hurtado de Mendoza». Hurtado de Mendoza participó en la toma de Granada junto a los Reyes Católicos, fue profesor de Retórica en la Universidad de Salamanca, fundador del convento de los dominicos de Atocha (orden en la que ingresó), además de escritor y confesor de Carlos V.
Con posterioridad, y durante la Guerra de la Independencia, Fresno fue lugar de correrías del famoso guerrillero Juan Martín Díaz “El Empecinado” azote de los invasores franceses por sus acciones bélicas imprevistas en Guadalajara, Cuenca y en la campiña alcalaína. Si recordáis alguna de nuestras anteriores investigaciones, en ella se hace también referencia a esta figura, concretamente en Torija y en el Monasterio de Monsalud, en el sur de Guadalajara. A mediados del siglo XIX se anexó a Fresno de Torote el municipio de Serracines, que hasta entonces era independiente. Actualmente, es precisamente Serracines el núcleo urbano ocupado, habiendo quedado abandonado Fresno, en el que se mantienen solo campos de cultivo, propiedad del Marqués de Quirós y del Conde de Torrepalma, y una casa habitada. Fresno había sido un pueblo creado para albergar a los trabajadores que había en la finca. Sus habitantes eran jornaleros, la propiedad correspondía al Conde que se las cedía en régimen de arrendamiento. El declive del pueblo comenzó a mediados de los años sesenta, cuando la mecanización del trabajo del campo hizo innecesario mantener el mismo volumen de mano de obra y cuando sus habitantes empezaron a desplazarse a pueblos cercanos donde estaba desarrollándose una incipiente industria. A mediados de los setenta, Fresno quedo en la situación actual. La leyenda cuenta, que cuando se produjo el traslado de sus habitantes, el arroyo Torote y los fresnos comenzaron a secarse.
Retomando el hilo del comentario de nuestra visita, debemos indicar que pronto observamos como las viviendas, aunque derruidas y abandonadas, habían sido convenientemente protegidas por sus antiguos dueños con el seguro objeto de evitar expolios y mayor deterioro. En efecto , todas las viviendas se encuentran atrancadas, protegidas por enrejado o valladas con protección metálica para evitar el acceso al interior. Por ello, sin duda, podemos afirmar que Fresno se encuentra abandonado, pero no olvidado. Nos sorprendió también, que recorrido todo el pueblo, en ningún momento el detector de campos electromagnéticos arrojó alguna lectura significativa, asimismo tampoco observamos ninguna variación de temperatura relevante en las lecturas efectuadas con el termómetro láser. A pesar de las apariencias iniciales, Fresno se nos mostró como un lugar donde la placidez habita.
Cruzamos la carretera que divide al pueblo en dos, y nos dirigimos hacia la Iglesia, cuya puerta izquierda se encuentra abierta. En su interior decidimos obtener unas grabaciones, que posteriormente arrojaron resultado positivo. Por su claridad destaca aquella en la que se escucha dejadme ir«
Aunque la ubicación de la misma no coincide exactamente con la del lugar de los hechos, no pudimos dejar de acordarnos del contenido de esta noticia que aparecía en «El País» el 10 de marzo de 2009 y que a continuación os reproducimos:
«Atado de pies y manos en una habitación oscura, entre colchones, torturado intermitentemente y teniendo que hacer sus necesidades en una lata. Así estuvo durante 13 días Azmed, un ciudadano marroquí, en una casa de las afueras de Fresno de Torote. Los secuestradores pedían a la mujer de Azmed que pagase 300.000 euros a cambio de la vida de su marido. Los detenidos, según las primeras investigaciones, eran sicarios contratados para un ajuste de cuentas. Durante el secuestro la víctima sufrió torturas: le tiraban de la lengua con unos alicates, le golpeaban en la espalda con un martillo y trataban de arrancarle dientes. Para acallar sus gritos, lo ponían boca abajo en uno de los colchones de la sala en la que estuvo confinado»
Finalizamos el recorrido bordeando el perímetro del Caserón de los Oficios, si bien resulto imposible abordarlo. Una auténtica lástima, porque en los «mentideros» de la red se comenta que esta lleno de pergaminos que relatan curiosas leyendas. Eso si, obtuvimos unas hermosas fotografías del mismo, así como de la balsa que provee de agua a los campos que lo rodean desde la que nos «saludó» un ejercito de ranas y del abandonado molino de agua. Aunque no haya sido una de las visitas que más material nos haya reportado, convenimos en que la visita ha resultado gratificante y desde luego nos ha permitido conocer un curioso lugar que difícilmente podríamos imaginar se encontrara apenas a 50 kilómetros de Madrid.