“La muerte cierra las puertas del tiempo y abre las de la eternidad”
A unos 17 kilómetros de Valladolid, en el Valle de Hontanija, Comarca de los montes Torozos, nos encontramos con la pequeña localidad de Wamba, que sin embargo alberga una de las maravillas ocultas de nuestra querida Iberia, la Iglesia de Santa María de la O.
¿Por qué se la dio este nombre? Así fue para venerar a la expectación del parto de la Virgen, esto es del nacimiento de Cristo. La Iglesia católica cantaba en su liturgia las principales frases con las que manifestaba el deseo de nacimiento del Mesías. Estas frases eran conocidas como las “Antífonas de la O”, ya que con esta letra empezaba cada título, así se recitaba:
“Oh Sapientia (sabiduría), Oh Adonai (señor poderoso), Oh Radix (raíz, padre de David) Oh Clavis (llave que todo lo abre y cierra), Oh Oriens (Oriente, Sol, luz), Oh Rex (Cristo como Rey), Oh Emmanuel (Dios con nosotros)”.
Como habréis podido observar todas las Antífonas hacen referencia a la venida del Salvador encarnado en las entrañas de la Virgen. Pero retomemos ahora la historia de Wamba (que fue Bamba hasta el año 1910). En esta población sitúan la mayor parte de los historiadores a la villa real de Gérticos, donde nació en el 622 y murió, el 1 de septiembre del año 672, el rey visigodo Recesvinto. Después de la muerte de Recesvinto, Wamba fue obligado a reinar. Según la leyenda una comisión de nobles partió en su búsqueda encontrándole arando con un buey blanco y otro negro. Wamba se negó a aceptar el cargo clavando en el suelo la vara del arado manifestando que “no reinaría hasta que esa vara floreciera”. Sin embargo el destino de Wamba era el de convertirse en monarca de tal manera que del tronco de su arado comenzaron a brotar flores. Como cualquier leyenda, la misma parte de un hecho real, parece ser cierto que Wamba inicialmente se negó a ser designado rey alegando lo avanzado de su edad y que sus escasa fuerzas no le permitirían ocupar el trono, pero ante la insistencia de los nobles (la alternativa habría sido darle muerte) accedió a ser así nombrado convirtiéndose en uno de los mejores reyes de la monarquía hispano visigoda. La designación se hizo efectivamente en Gérticos y su coronación, el día 19 de septiembre del año 672, en la Iglesia de San Pedro y San Pablo de Toledo, siendo ungido por el Obispo Quirico.
(La figura del Rey Wamba preside una de las plazas del pueblo)
Como nos gusta ser ecuánimes debemos reconocer que no está probado al ciento por ciento que Gérticos se corresponda con la ubicación de la actual Wamba. Otra teoría apunta a que Gérticos se correspondería con la localidad de Jerte, en la Sierra de Béjar, al entender que Gérticos sería latinización de Jerte y asimilar los dos nombres. Haciendo nuestra la famosa frase de Bertrand du Gluesquin, que parece hecha al caso, nosotros “ni ponemos ni quitamos rey” os relatamos los hechos para que seáis vosotros, nuestros lectores, los que os posicionéis con independencia. Con todo, nuestra visita se ha centrado en la joya que es la pequeña iglesia de Santa María de la O. Aunque nos fascina el arte, nosotros no abordamos nuestra investigación desde esta perspectiva sino que vamos a centrarnos en sus secretos, sus misterios y su simbología oculta, y por encima de todo ello en su osario, al que hemos querido llamar “capilla de las Almas”, lugar cargado de una mística especial donde hemos llegado a sentir la sensación de tránsito entre la vida y la muerte, cual si de la barcaza de Caronte se tratara.
La Iglesia de Santa María de la O
“Si estudio los símbolos es porque los considero importantes, las ceremonias, las tradiciones marcan nuestra vida” Robert Langdon ( Tom Hanks) Ángeles y Demonios.
Santa María de la O es uno de los escasos templos que se han llamado mozárabes o de repoblación y que se construyeron como consecuencia del impulso reconquistador de los reyes Ordoño II Alfonso IV y Ramiro II durante la primera mitad de la décima centuria, cuando a ese esfuerzo se le unen numerosos mozárabes huidos de Al-Ándalus coincidiendo con un aumento de la intolerancia de los emires y califas cordobeses. En su puerta principal encontramos el primero de los enigmas, en el tímpano aparece una inscripción que aclara la fecha de edificación, en números romanos “ERA MCCXXXIII” (era 1233). Debemos aclararos que hasta el Rey Juan II las fechas se escribían en eras pero existe un ajuste de 38 años años de diferencia hasta que se empieza a escribir en años, por eso la auténtica fecha de terminación de la Iglesia es el 1195. Por encima, y en los canecillos una fila de esculturas muy desgastadas que representan cabezas humanas y de animales sacando la lengua ¿Una burla? Y en ese caso ¿A quién? Y ¿Por qué?
Sabemos que el bestiario románico sacralizó la estética pagana de los animales tanto reales como imaginarios convirtiéndoles en portadores de virtudes o perversiones y apareciendo precisamente en canecillos a modo de advertencia. Se emplearon así ciertos animales con predilección para manifestar el bien y otros como formas del mal y del Diablo, entre estos últimos suele aparecer el león rugiente (en el bestiario diabólico tiene una importancia primordial, y cuya identificación con Satanás deriva del versículo del Nuevo testamento “el diablo, cual león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar”), el perro ( identificado con los fornicarios, homicidas e idolatras, Apocalipsis 27,15) el mono (caricatura grotesca del hombre y también símbolo de la lujuria) y la serpiente símbolo por antonomasia del pecado, siendo precisamente estos dos últimos algunas de las figuras que aún pueden identificarse. Pero lo que nos llama la atención es precisamente que en la representación de los mismos aparecen sacando la lengua (burla o afrenta) y más aún cuando en el interior como os contaremos, aparece también un Diablo que saca la lengua a un San Miguel que le da caza. Un punto para la reflexión ¿Se burlan los vicios de la debilidad de la carne humana? Recordemos que a partir del siglo XII se empezó a generalizar la representación del diablo y sus demonios recibiendo a los representantes en la entrada de las iglesias, junto con la del Juicio Final, a modo de recordatorio de las nefastas consecuencias de una conducta pecaminosa. Nada más entrar nos sorprenden sus tres naves y el presbiterio mozárabe, en sus columnas encontramos huecos que al parecer se empleaban para adecuar el mismo a las peculiaridades de ese rito, en una época en la que la misa era un misterio ocultándose la eucaristía a los asistentes usando a tales efectos telas o tableros de madera que se encaban en esos huecos.
La pila bautismal nos vuelve a asombrar si os fijáis en la foto que os acompañamos, veréis que en realidad se trata de un capitel posiblemente bizantino del siglo VI, que fue reacondicionado a tales efectos.
Y siguiendo con los capiteles, pero esta vez ubicados ya como coronación del fuste de las columnas los encontramos excepcionales. Entre las fantasías que nos habían llegado antes de visitar Santa María de la O había una que destacaba por encima de otras, la existencia de un supuesto demonio devorador de almas. Sentimos decepcionaros pero se trata simplemente de la representación de un oficio, concretamente el de zapatero, si os fijáis bien encontrareis una bota y lo que está mordiendo la figura es la piel de la misma, con objeto de curtirla. Cuando el románico se expande y arraiga en el ámbito rural , alejado de las grandes rutas de peregrinación, comienza a incorporar escenas costumbristas para hacer llegar a estas zonas el día a día de las urbes, por lo que aparecen estas imágenes de personajes en actitudes cotidianas, especialmente se trata de artesanos, músicos, juglares o vida de la nobleza.
Pero no desesperéis…. porque en Santa María de la O vais a encontrar también una buena ración de «oscuridad». Donde si aparece la figura del maligno claramente representada, es en otro capitel, rodeado de arquivoltas y de lianas, que representan el concepto del caos y del infierno (almas desordenadas y recogidas a lo loco) y muy especialmente en una magnífica psicostasis o pesaje de las almas. En ella aparece el arcángel San Miguel portando una balanza con dos platillos. En cada uno de ellos aparece una cabeza, que representa el alma del muerto sometiéndose al pesaje con el contrapeso de sus acciones. Como señor de las trampas, el Diablo utiliza como aliado a un basilisco que mete la pata donde no debe tratando de asegurarse el alma del condenado al hacer fuerza con la misma para inclinar el peso de la balanza. Sin embargo la balanza se decanta finalmente hacia el lado de San Miguel ya que cuenta para ello con la ayuda de Cristo (observar que el arcángel tiene en sus manos dos círculos, que representan la divinidad). Una imagen genial que nos remonta a la del juicio de Osiris de la mitología egipcia, en la que la Duat (el espíritu del fallecido) era guiado por el dios Anubis ante el tribunal de Osiris. Allí extraía mágicamente el Ib (el corazón, símbolo de la conciencia y la moralidad) y lo depositaba sobre uno de los dos platillos de la balanza, siendo contrapesado con la pluma de Maat (símbolo de la Verdad y la Justicia Universal) que se colocaba en el otro platillo. El corazón no debía ser más pesado que la pluma, al final del jucio Osiris dictaba sentencia, si el veredicto era positivo alcanzaba vida eterna, pero si era negativo su corazón se arrojaba a Ammit, un ser con cabeza de cocodrilo, melena torso y brazos de león y piernas de hipopótamo, finalizando definitivamente su existencia. La psicostasis se transmite al cristianismo a través de la iglesia copta, aunque las referencias en la Biblia son escasas y más explicitas en el Antiguo Testamento que en el Nuevo (Daniel 5, 27 “Tu has sido pesado en la balanza y hallado falta de peso”) realmente su transmisión se efectúo a través de representaciones como la que vemos en Wamba.
Al Diablo lo volvéis a encontrar pero en esta ocasión pintado (“la pintura reforzaba el mensaje de la piedra”) en el retablo gótico que se encuentra encima del arcosolio de enterramiento de Andrés de Arroyo, es un Diablo que se está burlando, sacando la lengua a San Miguel que le da caza. El gesto de sacar la lengua se consideraba una muestra de irrespetuosa y despectiva hacia lo sagrado, propia de seres malignos. Existía también la creencia de que la exhibición de los genitales servía para frustrar y mantener a raya a las fuerzas perseguidoras del mal, desde donde se habría evolucionado a su representación con este gesto de burla así que estaría tratando de liberarse del asedio del arcángel. El Diablo conoce muy bien esta artimaña, y es por eso que maldice a todo lo sagrado con su lengua extendida hacia fuera, símbolo de burla, maldición, rebeldía y muerte. En Proverbios 18:21, se nos recuerda el tremendo poder que tiene la lengua “La muerte y la vida están en poder de la lengua” y es por ello que todo lo relacionado a ella y a su mal uso se vincula al Diablo y a lo infernal.
Busquemos ahora en contraposición un poco de luz, y vamos para ello justamente al espacio opuesto de la Iglesia. Allí se encuentra una hermosísima puerta con tonos azulados decorada con la estrella de OCHO puntas propia de los caballeros hospitalarios. Efectivamente en torno al año 1140 se asientan en Wamba los caballeros hospitalarios de San Juan Bautista, orden nacida en Jerusalén y hoy conocida como orden de Malta, quedando una encomienda de la misma hasta bien entrado el siglo XIX. En el año 1135, Alfonso VII se había hecho nombrar Imperator Totus Hispaniae en la catedral de León, sería su hermana infanta Dª Sancha la que daría el impulso definitivo para que los hospitalarios recabaran en Wamba convirtiéndola en una Encomienda de los mismos. Posteriormente recabaría aquí en 1175 Dª Urraca, hija del Rey de Portugal y esposa de Fernando II de León quien después de repudiarla la envió a Wamba con una buena dote. Al parecer hasta finales del siglo XIX estuvo en pie la capilla que guardaba sus restos que se derribaría para construir el ayuntamiento. Pues bien, de esta regia dama toma su nombre otra de las zonas con mayor carga mística de Wamba, la capilla de Urraca a la que se accedía precisamente a través de esa puerta. Adorna la capilla de Dª Urraca una columna central que sujeta una cúpula de la que se aprovechan sus nervios para dotarla de forma de palmera, pudiéndose apreciar también representación de dátiles, conocidos como frutos de los dioses.
No olvidéis que la palmera y la palma siempre han estado vinculados a lo sobrenatural, la palmera es una planta indoblegable que se inclina únicamente ante Cristo y es la planta del Paraíso, por excelencia. Siempre se le han atribuido una serie de cualidades físicas y morales que no tiene ninguna otra, siendo un símbolo de la victoria de la vida sobre la muerta y de la “via ad caelum”, del ascenso al cielo. La ascensión por la palmera ejemplificaba el camino del buen cristiano, una escalada complicada al final de la cual se encontraba la recompensa. Si observáis su tronco, observareis que el mismo se encuentra desgastado, lo que ha dado lugar a otra de las leyendas de la Iglesia, según esta la columna tendría poderes milagrosos, de tal manera que quienes la acariciaban encontraban cura para sus dolencias. La realidad parece bastante más prosaica, inicialmente la capilla no gozaba de la protección actual y quedaba directamente expuesta a las inclemencias meteorológicas que fueron las determinantes de esa erosión, a lo que se unió la humedad procedente de los dos cercanos pozos y de las corrientes subterráneas que fue poco a poco deshaciendo la piedra caliza.
Junto a ella, una preciosa capilla dedicada a San Juan, que como sabéis era el protector de la orden de los Hospitalarios (Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén). Esta es la más antigua de las órdenes guerreras, su existencia se debe a la evolución de un grupo de comerciantes de la ciudad italiana de Amalfi, quienes en el año 1050 en vista y en vista de las penurias que debían afrontar los peregrinos cristianos que llegaban a Palestina para visitar los Santos Lugares, pidieron permiso al Califa de Egipto (que entonces controlaba la ciudad) para fundar en Jerusalén un albergue de peregrinos (hospital u hospedaje), una iglesia y un convento. Durante la época de la Primera Cruzada, se procedió a la reconversión del albergue en una institución de corte militar encargada además de la atención de los peregrinos, del cuidado de los heridos en batalla. La fundación oficial de la Orden data del 15 de febrero de 113 en el que una bula papal aprobó esta Orden, poniéndola bajo la tutela de la Santa Sede, y con derecho tanto a elegir directamente a sus superiores sin interferencias como a recibir directamente donaciones y limosnas. Los bienes que el Hospital tenía en Europa se organizaban en una especie de feudos que se subdividían en prioratos, bailías y encomiendas. Sus miembros utilizaban túnica negra, con la estrella blanca de ocho puntas dibujada en la misma forma que podéis apreciar en la puerta de entrada a la capilla de Urraca.
Los Hospitalarios se hicieron cargo de la fortaleza del Krak en el año 1142 convirtiendo la misma en un bastión prácticamente inexpugnable y allí permanecieron aproximadamente siglo y medio resistiendo hasta doce asaltos de los musulmanes. Precisamente esa fue una de las causas de su mala relación con los templarios, entre 1160 y 1162 fueron asediados sin éxito por el Sultán Nur-Al-Din, la victoria de los hospitalarios acentuó su soberanía en la zona de Trípoli y comenzaron las disputas con los caballeros templarios que llegaron incluso a enfrentamientos armados. En 1188 se recuperó San Juan de Acre, y la Jefatura de la Orden se llevó hasta allí donde se construyó un gran hospital .hasta que este último baluarte cristiano cayó en el año 1291. Expulsados los cristianos de Palestina, los hospitalarios se refugiaron en Chipre, en permanente hostilidad con el Temple, hasta que 1306 se alían con los genoveses para tomar Rodas, donde construyo otra fortaleza y modernizó su puerto, la Orden se renombró como San Juan de Jerusalén y Rodas y se convirtió en una potencia naval gracias a su flota. Mientras tanto la otra gran Orden, el Temple, se desgarraba internamente. En Rodas permanecerían hasta 1522 fecha en la que tras haber soportado 5 asedios con anterioridad y un último ataque que duró 6 meses tuvo que capitular ante Solimán el Magnífico abandonando la isla. Los hospitalarios recibirían después el apoyo del emperador Carlos V que les cedió la isla de Malta así como el enclave de Trípoli con la única condición de que debían permanecer neutrales ante cualquier guerra que se produjera entre naciones cristianas. En Malta soportaron uno de los asedios que han pasado a la historia, consiguiendo detener a las fuerzas otomanas. En este lugar permanecerían hasta 1798 año en el que Napoleón Bonaparte la ocupó durante la campaña de Egipto obligándoles a abandonar la isla. Dos años más tarde los ingleses se asentarían allí pero aunque reconocieron los derechos de la Orden por el Tratado de Amiens de 1802, no les permitirían regresar. Pasarían posteriormente por diversas sedes provisionales hasta que finalmente se establecieron en Roma en 1834, donde goza del privilegio de extraterritorialidad. En 1961 aprobaron sus nuevos estatutos, pasando su nombre completo a ser Soberana Orden Militar y Hospitalaria de san Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, sus miembros son caballeros seglares dependientes del Papa y su actividad principal la de las tareas benéficas, siendo su lema “Tuitio Fidei et Obsequio Pauperum” (La defensa de la Fe y el cuidado de los necesitados)
La Capilla de las almas, el osario de Wamba
(“Como te ves yo me vi, como me ves te verás”)
Y concluimos con el motivo inicial de nuestra visita, el osario, el más grande de España con más de 2000 calaveras humanas adheridas a sus paredes. Adosado al patio del antiguo monasterio se encuentra el mismo, al que hemos querido llamar “la capilla de las almas” La primera impresión que asalta a quien visita el osario es de asombro y de inmediato surge una pregunta ¿Qué pudieron hacer estas personas para merecer algo así? sin duda interpretando su presencia como algo punitivo, pero rápidamente debe de abandonarse ese punto de vista. Los osarios formaron en su día parte de un diálogo con la muerte que en la actualidad se ha silenciado, durante muchísimo tiempo los vivos acudían allí para pedir ayuda a los restos de los difuntos, a buscar consejo sobre problemas domésticos o personales ya a manifestar su gratitud ofreciendo a los muertos relicario , oraciones y ofrendas diversas. En la cultura occidental la línea que separaba a los vivos de los muertos sufrió un cambio radical durante la Ilustración. Nos acordamos de la frase de Thomas Dapcher en “El pacto de los lobos” “era necesario que este mundo cambiase”, era necesario pasar de la superstición a la razón en un proceso que el sociólogo Max Weber definió como “el desencantamiento del mundo”. Los osarios hoy han dejado de ser un lugar sagrado, muchos de los cuales incorporaban lugares para el culto por lo que no provocaban miedo sino precisamente todo lo contrario, una esperanza en la vida más allá de la muerte. Para algunos, a los que el análisis racional nos deja espacio para un cierto lamento por la pérdida de este encantamiento y que consideramos que subsiste la necesidad de trascendencia, de traspasar la realidad que se percibe sensorialmente por lo que la muerte cobra un sentido superior, la fascinación se mantiene. El osario de Wamba lo conforma una habitación con forma de bóveda de cañón, un pequeño cubículo al que se han ido incorporando calaveras y fémures perfectamente ordenados (acordaros del concepto de orden y desorden con el que se presentaban las almas ante Dios) que se corresponden a restos de monjes, mujeres e incluso niños y que se fueron recopilando por razones desconocidas, entre los siglos XIII y XVII procediendo se presume tanto de habitantes como del cementerio del hospital. La teoría más aceptada la interpreta precisamente como una capilla de ánimas donde se rezaba por las almas de los difuntos en su tránsito por el purgatorio. Inicialmente existía un altar en el que aparecía una tabla que incluía el texto “Como te ves , yo me vi. Como me ves, te verás. Todo acaba en esto aquí, piénsalo y no pecarás”.