Mora de Rubielos (Teruel) está lleno de sorpresas y edificios llenos de historia e interés, pero sin duda paseando por sus calles nos topamos con uno que destaca entre todos los demás. El impresionante castillo-palacio de Mora de Rubielos. Este inmenso castillo de casi 4500 metros cuadros de superficie, de estilo gótico y declarado monumento nacional en 1931, es uno de los más hermosos de los que hemos visitado. Su posición privilegiada a más de mil metros de altitud hacen que su construcción además sea realmente imponente.
Sin embargo, para comprender la importancia, los resultados que hemos obtenido allí y el valor de esta edificación, debemos adentrarnos de lleno en la historia de este lugar: Desde su fundación, Mora de Rubielos ha sido siempre escenario de cruentos combates. En 1171 fue conquistada por los ejércitos de Alfonso II «El casto», más tarde, desde 1356 hasta 1369, durante la «guerra de los dos Pedros» sufrió también la ocupación de las tropas castellanas en 1363, aunque solo por un año, puesto que en 1364 fue reconquistado de nuevo por el ejercito aragonés. Tras pasar por distintos propietarios, finalmente en el año 1370 pasa a ser propiedad de Juan Fernández de Heredia perteneciente a una de las más grandes familias de todo el reino de Aragón fue él, quién construyó el castillo que podemos ver en la actualidad. Este lugar, sirvió durante varios siglos, concretamente hasta el 1614, para que esta noble dinastía ejerciera desde aquí su poder en toda esta zona. Finalmente, en el año de 1614, el decimosegundo «Juan de Heredia» decide ceder los terrenos del castillo a la orden de San Francisco, cuyos miembros pasan a ocupar el lugar hasta 1835. (año de su desamortización) Sin embargo, de aquellos años de ocupación religiosa apenas quedarían algunos restos, ya que un pavoroso incendio arrasó muchas de las instalaciones que los religiosos habían construido allí. A lo largo de su historia, el castillo ha sido empleado también como cárcel, cuartel militar y comandancia de la guardia civil, hasta el momento actual en el que tras ser convenientemente rehabilitado forma parte del rico patrimonio cultural de esta hermosa villa.
Como podéis adivinar, las leyendas que corren por el lugar acerca de las «presuntas apariciones fantasmales» de la más variada tipología (presos de la cárcel, ajusticiados de la guerra, princesas deshonradas etc. etc.) son muchas y variadas como pudimos saber por los propios vecinos de Mora.
(Se dice, que a través de esta trampilla ubicada en una de las estancias del castillo, lanzaban a los prisioneros para caer en las mazmorras)
Y lo cierto es que las sensaciones que tuvimos en aquel lugar fueron muy interesantes. A lo largo de todo nuestro periplo por las distintas estancias del castillo, efectuamos diferentes pruebas parafónicas que arrojaron un contenido realmente espectacular. Observaréis de hecho, que son muchas las parafonías que arrojan un contenido relacionado con las distintas «funciones» que este recinto ha ido teniendo en sus años de historia, aunque eso si, no pudimos constatar la «aparición» de ninguna de las presuntas entidades que deambulan por allí.
Aunque en la actualidad el castillo se encuentra en muy buen estado de conservación y realmente cada una de sus distintas estancias merecería una mención, pudimos permanecer en una que para nosotros fue realmente impactante. Las mazmorras del castillo, un espacio de pequeñas dimensiones en donde la oscuridad es la que gobierna cada uno de nuestros pasos.
Allí cada sonido parece «rebotar» en las frías paredes que nos rodean. Estando en este lugar uno puede imaginarse con facilidad, como sonarían los gritos de los reos allí apresados cuando estos fueran torturados o cuando simplemente, agonizaran por culpa del hambre o la enfermedad. La visión de algunos grilletes en los muros son crueles testigos de esto último que hemos comentado. También la presencia en los sótanos de algunos enterramientos en forma de nicho o de forma antropomorfa en la que reposan los restos de los antiguos señores del castillo, algunos monjes de la orden de San Francisco o incluso varios «presos» de la guerra civil, son también fieles testigos de que en la profundidad de este castillo perdura allí todavía una energía realmente especial.
Para terminar esta tercera parte de nuestro reportaje sobre Mora de Rubielos queremos referiros una curiosa leyenda que pudimos encontrar y que tiene relación también con este castillo y con el origen del «arcángel» protector de esta bonita villa turolense:
A comienzos del siglo XII, Mora de Rubielos estaba en poder de los moros. En el año 1171, el rey cristiano Alfonso II, tras conquistar Teruel, decidió extender sus dominios hasta Mora de Rubielos. Llegadas allí sus tropas, cercaron la población para reconquistarla. Confiaban que al escasear los alimentos la rendición no tardaría en llegar. Pero cual no sería su sorpresa al ver que los moros arrojaban desde lo alto del castillo todo tipo de alimentos, demostrando que estaban bien aprovisionados. Desmoralizado el ejército cristiano, solicitó al rey levantar el cerco y marcharse, pues aquello podía ser eterno. Por fin el rey accedió, se levantó el campamento y comenzó el retorno. Al llegar la noche acamparon en el Castellar. Estando durmiendo las huestes cristianas hizo su aparición el arcángel San Miguel revelándoles lo siguiente: “ Todos los alimentos que os arrojaban los moros eran sus últimas reservas. Intentaban desmoralizaros para que así desistieseis de vuestro empeño”. Oído esto, el ejército de Alfonso II regresó enseguida a la Villa y tras esperar unos días consiguieron la rendición de los moros. Así es como se explica que el arcángel san miguel sea el patrón de Mora de Rubielos.
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