Hace ya varios años, que el edificio del que os vamos a hablar hoy llamó nuestra atención, se encuentra situado en la margen derecha del río Tajuña y se trata de una antigua central hidroeléctrica abandonada. Posteriormente pudimos conocer que esa pequeña central era conocida como la “central de Raso” llamándosela así por el apellido del encargado de su mantenimiento. Se construyó en 1935 con objeto de suministrar energía a la finca de Santa Clara, una gran finca de recreo y explotación agrícola originaria de 1918 que hoy se ha reconvertido en “Nueva Vrajamandala”, el lugar de retiro de los Hare Krishna, aunque ciertamente no parece que se realice por allí actividad alguna. Nos encontramos, sin duda ante un ejemplo de las conocidas como “fabricas de luz”, nombre con el que se bautizó a las primeras centrales eléctricas destinadas únicamente a proporcionar alumbrado y que se construían generalmente aprovechando las instalaciones de antiguos molinos.
En los primeros tiempos, se cobraba por el número de bombillas instaladas por vivienda, lo que motivó que se agudizara el ingenio de tal manera que eran muchas las casas que para disponer de luz eléctrica, realizaban agujeros en el forjado para permitir que se subiera y bajara una bombilla a través del mismo. Además, también era común que solo se diera alumbrado al caer la tarde. Estas “fabricas de luz” resultaban instalaciones extraordinariamente precarias y se veían condicionadas por la reducción del caudal de los ríos, de tal manera que habitualmente debido al estiaje no tenían capacidad suficiente para generar electricidad y fallaba el suministro. Nos sorprendió especialmente ver que se han mantenido los conductos (dos en este caso, con un salto aproximado de unos 15 metros) por donde debía de precipitarse el agua hasta la “casa de máquinas”, si bien en esta han desaparecido los acumuladores y los alternadores aunque se mantienen las marcas en el suelo indicando donde debieron de estar ubicados los mismos.
La central tenía tres plantas, y posiblemente debió ser construida conforme a los criterios de la época, esto es nivel inferior, cárcamo para la salida del agua, planta intermedia turbinas, alternadores y sistemas de control y en la planta superior la vivienda del encargado. Desde luego el edificio que visitamos se ajustaba a esa estructura, como podréis observar en el reportaje fotográfico y en el vídeo que os mostramos.
En esta ocasión, nuestra intención no era otra que llevar a cabo una serie de pruebas con el nuevo equipo que hemos adquirido durante este último año. Cámaras de visión nocturna, nuevos volumétricos, ghostbox y como no, nuestro nuevo equipo de iluminación y grabación. Así pues, una vez en el interior nos dispusimos a desplegar todo el material en diferentes puntos estratégicos del edificio para ver si de esa forma captábamos allí algún tipo de actividad.
Lo cierto es que en líneas generales todo estuvo tranquilo. Apenas registramos variaciones significativas en la temperatura o los campos electromagnéticos durante toda nuestra visita y aunque captamos los registros parafónicos que os incluimos aquí todo transcurrió, como decimos, con total normalidad.
Tan solo hemos de destacar nuestra sorpresa en lo que se refiere a la actividad registrada por nuestra nueva cámara de visión nocturna. En varios momentos de la noche y sin que ninguno de nosotros se aproximara al punto donde se encontraba situada, la alarma de uno de nuestros volumétricos (sensores de movimiento) comenzó a sonar, inmediatamente nos acercamos y comprobamos con cierta extrañeza que la cámara de visión nocturna había efectuado también una serie de disparos y grabaciones justo antes de nuestra llegada, como si «algo» la hubiera activado. Debemos reseñar en este punto que este tipo de dispositivos están diseñados para la grabación en vídeo y estudio de la fauna nocturna o para cumplir con funciones de seguridad en recintos abiertos. Sus sensores tan solo se activan cuando detectan algún tipo de «masa» real en su radio de acción, por lo que es realmente poco frecuente que se activen si esto no se ha producido. No obstante, allí estaban las imágenes de nuestra cámara, una serie de fotografías y vídeos que de forma automática se habían realizado en apenas unos minutos… Ciertamente nosotros no hemos podido darle una explicación hasta el momento habiendo comprobado, como lo hicimos previamente, la correcta configuración y funcionamiento de la cámara. Y verificando desde luego que allí no había nadie más con nosotros. En cualquier caso os dejamos aquí algunos de los fragmentos de vídeo que se grabaron con el mismo dispositivo (siguiendo la configuración que habíamos previsto) y en donde se nos puede ver acercándonos para comprobar la situación de la cámara y los volumétricos en aquel preciso instante y también la secuencia de las imágenes captadas para que podáis verlas tal cual se registraron en la cámara de visión nocturna.
El lugar fue más que propicio para llevar a cabo nuestro objetivo de evaluación y comprobación del nuevo equipo. Es importante comprobar todo el material en diferentes condiciones y escenarios para verificar su funcionamiento óptimo antes de realizar trabajos mucho más complejos y en este sentido la pequeña central de Raso, nos permitió una vez más realizar una sesión de trabajo realmente satisfactoria.