EL ORIGEN DE LOS MONJES CARMELITAS:
Fue en la última década del siglo XII (quizá después de la tercera cruzada 1189-1191), que algunos de los caballeros, penitentes y peregrinos que acudieron a Tierra Santa, decidieron que la continua batalla no era la mejor forma de acercarse a Dios, para establecerse “a ejemplo e imitación del santo y hombre solitario Elías Profeta, junto a la fuente que de Elías toma el nombre, viviendo en colmenas de pequeñas celdillas, como abejas del Señor produciendo dulzura espiritual”. Así pues, la Orden de los Carmelitas tiene sus orígenes en el Monte Carmelo, en Palestina, donde, como recuerda el I Libro de los Reyes, (20-46) el Profeta Elías luchó en defensa de la pureza de la fe en el Dios de Israel, venciendo a los sacerdotes de Baal y donde el mismo Profeta, orando en la soledad, vio aparecer una nubecilla portadora de benéfica lluvia después de la sequía. Desde siempre este monte ha sido considerado el jardín floreciente de Palestina y símbolo de fertilidad y belleza (Karmel» de hecho significa «jardín”)Os sintetizamos aquí el pasaje de la vida del enfrentamiento de Elías con los profetas de Baal, el original lo encontrareis en I Reyes 18:30-39:
El rey Acab subió al trono de Israel en el año 874 a. C. y según el texto citado fue el más perverso de todos los reyes de Israel. La adoración a Baal se había generalizado en Israel por influencia de Acab, por lo que para acabar con ello el profeta Elías se presentó ante el rey y retó a los 450 profetas de Baal, juntamente con todo el pueblo, para que cada bando clamara y se manifestara quién era el verdadero Dios. Los profetas de Baal edificaron su propio altar, colocaron un buey y comenzaron a clamar a su Dios. Baal no les respondió y sus sacerdotes se rasgaron el pecho hasta hacerlo sangrar para ver si de esa manera obtenían su contestación. Pero pasó toda la mañana y el medio día, y Baal no pudo actuar. Le correspondía el turno ahora a Elías quien primero se vio obligado a reparar el altar de Jehová, que había quedado arruinado a consecuencia de la acción de los adoradores de Baal. Lo levantó en el nombre de Jehová, con doce piedras que representaban a las doce tribus de Israel y puso la leña sobre el altar, pero no colocó fuego alguno en ella, y sobre la leña puso el buey partido en pedazos. Además hizo una zanja alrededor del altar, y mandó que derramaran doce cántaros de agua sobre el buey. ¿Qué fuego sería capaz de incendiar aquellas aguas? La contestación de Jehová fue inmediata, descendió fuego del cielo y consumió, no sólo el buey, sino también la leña, las piedras, el polvo y el agua que había en la zanja. De esa forma todo el pueblo quedó convencido de que solamente Jehová era el Dios verdadero. El resultado para los profetas de Baal fue que todos fueron capturados por el pueblo y degollados en el riachuelo de Cisón. Elías subió a la cumbre del Carmelo y postrándose de rodillas dio gracias a Jehová, mientras los cielos se oscurecieron con nubes y viento y comenzó una gran lluvia que terminó con la gran sequía que había azotado a Israel. La muerte de los profetas no debió de gustar mucho a Acab y a su esposa Jezabel que ordenaron la persecución de Elías, quien se refugió primero en el desierto donde es alimentado por un ángel, para esconderse después en una de las muchas cuevas del monte.
(Imagen obtenida de http://www.thestudiesinthescriptures.com/)
Pues bien, fue en una de las pequeñas vaguadas del monte Carmelo, que un primer grupo decidió instalarse para vivir vida cristiana en imitación del Profeta, sin reconocer a ninguno propiamente como fundador si bien si es cierto que solicitaron al Patriarca de Jerusalén, Alberto Avogadro (1150-1214), residente en aquel tiempo en San Juan de Acre, en las cercanías del Monte Carmelo, una regla de conducta que fue objeto de aprobación definitiva por el Papa Inocencio IV en el año 1247. La Regla, que sintetiza el ideal del Carmelo se sustenta en tres pilares: vida contemplativa, meditación de la sagrada Escritura y trabajo. (Si os dais cuenta coinciden con las tres normas que dan la bienvenida al Monasterio nuevo , tal y como podéis observar en la fotos que os acompañamos en el encabezamiento del articulo, esto es retiro, oración , mortificación) . El lema que escogieron para su escudo fue: ZELO ZELATUS SUM PRO DOMINO DEO EXERCITUUM (Me consume el celo por el Señor, Dios de los Ejércitos I Reyes, 19-14) Hacia el 1235, sin embargo, los Carmelitas deben en parte abandonar su lugar de origen, a causa de las incursiones y persecuciones de los sarracenos, que estaban reconquistando la Tierra Santa, retomándola a los cruzados. Y en general lo hicieron hacia sus países de origen en Europa, donde poco a poco se fueron “acomodando” y relajando en sus votos hasta que aproximadamente en el año 1562, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz impulsaron la reforma del Carmelo, fundando los primeros monasterios de Carmelitas descalzos. La nueva regla busca retornar a la vida centrada en Dios con toda sencillez y pobreza, como la de los primeros eremitas del Monte Carmelo. Y es aquí donde aparece el lugar objeto de nuestra investigación, el Monasterio Antiguo del Desierto de Las Palmas.
EL MONASTERIO ANTIGUO DEL DESIERTO DE LAS PALMAS
Un siglo después de la reforma efectuada por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los carmelitas descalzos llegaron a Benicàssim con el propósito de crear un Desierto para la vida contemplativa. La elección del lugar se debió a la división en 1625 de la provincia de Aragón-Valencia por una parte y la de Cataluña por otra, quedando la primera sin Desierto. Os aclaramos ya, aunque estamos seguros de que la mayor parte ya lo conocéis , que el término desierto no hace referencia aquí a ninguna “zona terrestre de extremada aridez”, sino que es empleado aquí con un significado espiritual. Los Carmelitas descalzos procuraron siempre disponer en casi todas las regiones, de determinados lugares apartados para que sus religiosos pudieran dar cumplimiento a sus votos. A estos espacios se les denominó “desiertos”. En cuanto al término “Las Palmas”, tampoco se refiere a las palmeras cultivadas en el huerto del Monasterio nuevo (aunque es cierto que las hay) sino a la abundante presencia de la planta del palmito o margalló (Chamaerops humilis).
Pero sigamos ya con la historia del Monasterio antiguo. Inicialmente se había buscado la ubicación para el “desierto” en la provincia de Aragón si bien no tuvo éxito fracasando el intento de ubicar el Desierto en la zona de San Felices, Huesca así como en Aliaga, (Teruel) como tampoco lo tuvo la posterior búsqueda en la provincia de Valencia ( una zona entre Játiva y Gandía propiedad de los monjes de Valldigna quienes no quisieron venderla) y así se siguió buscando hasta que el sacerdote de Cabanes le dijo al procurador del convento de Valencia, Fray Juan de la Virgen, que “hay un lugar que no puede ser más a propósito” para el asentamiento de la Orden. Ese lugar era un llano entre barrancos en las cercanías de Benicàssim, que parecía perfecto para tales fines, sin embargo no fue fácil que finalmente se construyera allí. (En aquella época la Baronía de Benicàssim estaba prácticamente despoblada ya que las continuas incursiones de los piratas berberiscos hacían muy insegura la vida en aquella zona)
Los carmelitas de Aragón deseaban la ubicación en sus territorios debido a su mayoría numérica respecto a los de Valencia, el Barón de Benicàssim no vio con buenos ojos la presencia de otro centro de poder como eran los carmelitas que pudieran limitar sus derechos feudales, y no solo eso sino que los Franciscanos, que ya tenían presencia en la zona, trataron de imponer sus derechos frente a la otra Orden. Finalmente, el 23 de diciembre de 1693 se obtuvo la licencia del Rey Carlos II para la construcción del cenobio, el 2 de febrero de 1694 se ofició la primera misa en el paraje, y en 1698 se iniciaron las obras del convento, que se terminaron en 1709, aunque su iglesia se concluyó en 1733. El convento lo ocuparon inicialmente 24 religiosos, teniendo el edificio 25 celdas. Como anécdota se cuenta que en el proceso de construcción no faltaron hechos milagrosos como el del monje que cayó desde la bóveda de la iglesia y no se hizo ningún daño. La vida en el convento se fue desarrollando durante casi un siglo, con algunas vicisitudes como las sufridas con motivo de la Guerra de Sucesión, hacia 1710, cuando partidas de “micaletes” hostigaron a los monjes llegando a encerrarles por un asunto de ocultación de armas. Por lo demás la comunidad de monjes desarrolló el eremitismo con sujeción a su Regla. En los tiempos de adviento y cuaresma, se retiraban a las ermitas manteniéndose en contacto con el monasterio solamente con el tañido de las campanas. El año 1783 marca un punto decisivo en la vida de la comunidad carmelitana. Unas lluvias torrenciales que se prolongaron de septiembre a diciembre provocaron el derrumbe del convento y de varias ermitas, que quedaron irreparablemente dañados y, debido a lo inestable del terreno, sin posibilidad alguna de reconstrucción.
Después de pedir consejo, se derribará el panteón y los edificios de poniente para aprovechar los materiales con que se construirá el nuevo convento. Para el emplazamiento de las nuevas edificaciones se elige el bancal de la Portería, comenzándose las obras en 1784. Éste es el Monasterio Nuevo, al que en breve nos referiremos. Pero antes de continuar con lo que fue la visita al Monasterio antiguo os dejamos con algunas curiosidades en torno al mismo.
1) En el año 1802 se trasladaron los cadáveres de los monjes del viejo al nuevo monasterio.
2) En el Desierto de las Palmas llegaron a haber hasta trece ermitas relacionadas con el convento. De ellas han sobrevivido nueve, aunque algunas no están en uso y de una de ellas sólo quedan ruinas. Cuatro han desaparecido por completo, y a las nueve supervivientes hay que añadir la de San Juan de la Cruz, construida a inicios del s. XX. En la actualidad, por lo tanto, son diez las ermitas que se conservan, en mejor o peor estado. A ellas habría que añadir los Antros, Grutas y Laura . De todas estas ermitas, sólo la de San Miguel en la cumbre del Monte Bartolo responde al tipo de ermita-santuario. El resto de ellas son más lugares de retiro espiritual y meditación que verdaderos templos, edificadas para que los monjes hallaran la soledad fuera del convento, lo que explica su gran número y también su uniformidad constructiva: capillas pequeñas rectangulares, retiradas y con excelentes vistas, con cubiertas de tejas y escasas aberturas al exterior (normalmente una ventana en la izquierda de la fachada, mientras que la puerta se situaba en la derecha). El interior tenía cuatro estancias formadas por dos tabiques cruzados en cuya intersección quedaba un espacio para una lámpara que ardía toda la noche. En la próxima visita en la que cuento sin duda con Dani (Lelahel) y María, nos encargaremos de tratar de localizarlas.
3) Asociadas a las ermitas, existen en el Desierto otras pequeñas construcciones llamadas Antros, Grutas o Lauras, donde los monjes perfeccionaban su ideal eremítico a imitación de las primitivas cuevas donde se retiraban los antiguos anacoretas. Llegaron a haber 18. Sus características solían ser bastante similares: reducido tamaño, aproximadamente de 4 x 5 mts de lado, toscas paredes que sustentan bóveda de cañón y cubierta de tejas a doble vertiente. La puerta de entrada, en arco de medio punto, era la única abertura. El interior solía disponer de un altar adosado en el fondo para la imagen del titular, y poyo corrido para el descanso del ermitaño. En algunas ocasiones se decoraban con láminas o azulejos cerámicos con motivos o leyendas devocionales, a menudo retirados para evitar el vandalismo y conservados en el Museo del Convento. Os dejamos también imágenes de algunas de ellas. En cuanto al resultado de la visita al Monasterio Viejo, os acompañamos un pequeño reportaje gráfico que se circunscribe a lo que fue la bajada hasta la entrada del mismo y a los antros y lauras que encontramos en esa bajada. La visita concluyó con un punto de decepción ya que actualmente el final del sendero concluye en una verja cerrada con un grueso candado. No pude pues rememorar las andanzas de mi infancia y juventud (fueron 15 años veraneando en Benicassim) en las que la mejor excursión del verano era siempre la visita al Monasterio Viejo. De hecho este fue uno de los lugares en los que se forjó en mi esta curiosa afición por el misterio, las leyendas y la historia. Recuerdo aún las “noches de apartamento de playa” en las que un grupo de chavales entre los que yo me contaba, fantaseábamos con subir al Monasterio, en donde al parecer, una gigantesca serpiente custodiaba un enorme tesoro, y en donde por la noche se aparecían los fantasmas de los monjes enterrados en el convento ( hoy ya sabemos que esos restos no se encuentran allí). La verdad es que me hubiera gustado contar con Dani y con María en aquellos años. El primero, especialista en encontrar vías de acceso «alternativas», la segunda, con esa especial sensibilidad para detectar cuando las cosas “no van bien” o hay algo raro en el ambiente. De seguro volveré con ellos para completar este reportaje.
Aun así creemos que en las fotos podréis apreciar bien la parte de la iglesia (debajo de ella se encontraban unos siniestros túneles que tendremos que explorar en la próxima visita, creo recordar que los mismos llevaban a la cisterna y al carnerario, además había otra iglesia separada en la que también aparecían tumbas), los pilares del derruido claustro y los restos del monasterio y muralla. No sé si podréis apreciar una pequeña capilla en la que al menos hace 20 años (fue la última vez que conseguí entrar allí) había unas pinturas con la imagen de un fraile (intuyo que debía ser San Juan de la Cruz) y una monja (sospecho ahora que debía ser santa Teresa) esta última especialmente temida ya que hacíamos correr la leyenda de que representaba a una religiosa asesinada que perseguía a todo aquel que no rezaba un rosario en su presencia . No puedo evitar sonreír al recordar aquellos tiempos y reconocer que me quedé con ganas de volver hacerlo (dudo que hubiera sido capaz de irme después de ver aquella imagen de nuevo, sin cumplir con ese ritual de mi infancia). Por lo demás, y como es habitual efectuamos algunas grabaciones a lo largo de la bajada al Monasterio viejo, la primera a la altura del antro llamado “gruta del calvario”, la segunda en el pilar devocional de la pronunciada curva de bajada, la tercera a la altura de la verja que veda actualmente la entrada al Monasterio y la cuarta y última en el lateral de la muralla. En las tres primeras ubicaciones no obtuvimos resultados, pero cuando Dani analizó los audios obtenidos junto a la muralla saltó la sorpresa. En esa ubicación y justo antes de abandonar el lugar habíamos preguntado “si seguían allí “. La contestación la tenéis en las dos inclusiones parafónicas que os dejamos aquí:
EL MONASTERIO NUEVO
El Monasterio nuevo del desierto de Las Palmas se construyó entre los años 1794 y 1791, a unos 500 metros aproximadamente de la ubicación del Monasterio antiguo, bajo la dirección del Hermano Joaquín del Niño Jesús fraile de la propia orden carmelita, siendo los planos del mismo los primeros que fueron aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Entre 1811 y 1813, los franceses asentados en la provincia de Castellón trataron de expropiar los bienes del Desierto, salvándose por la mediación del Prior y la decidida actuación de la ciudadanía de Castellón. Esta ayuda fue devuelta por los monjes a la ciudad, cuando en 1834 bajaron del Monasterio para enfrentarse a la epidemia de cólera que asolaba la ciudad. Nuevamente el agradecimiento de los castellonenses no se hizo esperar, evitaron que el Monasterio se viera afectado por la desamortización de Mendizábal, siendo uno de los pocos que se libraron de ello. En 1879 el convento se convirtió en casa-noviciado. El aumento de los gastos que ello supuso propició que se buscaran nuevas fórmulas para obtener ingresos por lo que se ideo la posibilidad de elaborar con carácter comercial algún tipo de licor que garantizara los mismos. Así el 15 de octubre de 1986, coincidiendo con la festividad de Santa Teresa salía a la venta la primera botella del “Licor carmelitano”. La fábrica inicialmente estuvo en los sótanos del Monasterio donde se pusieron unos pequeños alambiques, pero dada la mala comunicación, ya que todo el transporte se realizaba a lomo de caballerías, se decidió el traslado de las bodegas a la villa de Benicàssim, traslado que se ordenó en 1912.
El Monasterio fue además objeto de continuas peregrinaciones, en una de ellas corriendo el año 1900 en conmemoración del Jubileo papal de principios de sigo, se ordenó la construcción de la Cruz del Bartolo, que fue destruida en la guerra civil . Hoy día se puede ver la misma reconstruida en las proximidades del repetidor de televisión que corona el Monte del Bartolo, fácilmente la ubicareis en las fotografías de la panorámica que os acompañamos. El episodio más trágico de la vida en el Nuevo monasterio fue el asesinato durante la guerra civil de 16 monjes carmelitas. Hemos documentado el de dos de ellos que tuvo lugar el 11 de agosto de 1936, concretamente los del carmelita descalzo German Lluch Castell al que mataron en la carretera de Ulldecona, y el del seminarista de 23 años Juan Ichanzo, aunque cierto es que al parecer la cifra ascendió hasta los 16. Para concluir indicaros que en agosto de 1985, un pavoroso incendio arrasó el Desierto de la Palmas, llevando a desalojar urbanizaciones cercanas y obligando incluso a cortar la cercana autopista del Mediterráneo (A-7) pero el Monasterio no se vio afectado. Nuestra visita al Monasterio nuevo se limitó a la Iglesia y al Panteón donde intentamos grabar algunos registros que en esta ocasión no dieron resultado positivo.
EL MONTE BARTOLO
«Para acabar con nuestro reportaje no podemos dejar de dedicar un pequeño comentario al “Monte Bartolo”, (729 metros de altitud , aproximadamente la misma que tiene Madrid , con la diferencia de que esa altitud se alcanza en apenas 8 kilómetros desde la línea de costa). En lo alto del mismo se encuentra la Cruz a la que nos referimos anteriormente, la Ermita de san Miguel Arcángel y la cueva del hermano Bartolomé, de la que recibe su nombre. Pero el Monte Bartolo es ante todo, un “lugar de poder” y uno de los lugares favoritos de los buscadores del fenómeno OVNI, especialmente a partir de los años 60 ya que al parecer determinados días del año se pueden ven fenómenos luminosos que se suelen concentrar en las cercanas “Agujas de Santa Águeda” o sobre la gruta de la ermita de San Elías . Resulta curioso, ya que San Elías (además de dar inspiración como vimos a la creación de la orden carmelita) fue uno de los dos únicos Profetas (mi especialmente querido Enoc fue el otro) a los que Jehová habría “arrebatado” (algunos hoy relacionan este fenómeno bíblico con las abducciones extraterrestre) impidiendo su muerte. Elías, concretamente, desapareció en un carro de fuego y así lo cuenta II de Reyes , 2.11 “ Y aconteció que yendo ellos hablando , he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos ( A Elías y Eliseo , que estaban juntos) y Elías subió al cielo en un carro de fuego”. Un curioso guiño vincula esta historia con la de “bolas de fuego” que supuestamente se ven en las inmediaciones del “Bartolo” En definitiva, un paraje mágico, con Monasterios , antros , ermitas , fuentes, historias de ovnis, leyendas de fantasmas de monjes y tesoros al que seguro hemos de volver con más tiempo y equipo.