Alentados por los comentarios de un buen amigo y seguidor habitual de Grupo Alpha (gracias por tu magnífica información Ángel), nuestro destino en esta ocasión fue un cerro entre los arroyos Hontoba y San Sebastián, donde se alzan los restos de la ermita de Nuestra Señora de los Llanos. En su origen más remoto, el lugar fue una atalaya de vigilancia de la Orden de Calatrava. En torno al siglo XII se documenta la presencia de una pequeña ermita en esa ubicación, vinculada a la villa de Hontoba, aldea musulmana reconquistada por el rey Alfonso VII y que quedaría como repoblación de zona reconquistada para favorecer el cultivo de las tierras y la aparición de nuevos feudos. Es en ese marco se forja la leyenda de la aparición de la Virgen a la que se pasaría a adorar bajo la advocación de “Nuestra Señora de los Llanos”. La historia nos la cuenta detalladamente el Jerónimo “Fray Antonio de San Ignacio” (os dejamos AQUÍ un link al legajo original) pero podríamos sintetizarla así; la Virgen se manifiesta como un haz de luz para señalar la presencia de su imagen a un pastor, quien regresa al pueblo para avisar a los vecinos, que acuden en procesión hasta el lugar marcado, una cueva en donde hallan la imagen que apenas alcanza los 10 centímetros de tamaño. Se mantiene en la narración la estructura típica de la leyenda de creación de un santuario mariano, el intermediario suele ser varón, generalmente un pastor que es avisado por algún fenómeno de la presencia de la imagen o mediante la intervención de algún animal doméstico, siendo que las imágenes de la Virgen aparecen siempre en lugares elevados como árboles o montañas (puntos de contacto con el cielo) o en grutas y fuentes (puntos de contacto con lo subterráneo)
«Detalle del lienzo de la Virgen de Los Llanos que se expone en sus festividades 2013-05-22 21-25» por User:Mariamartinezlopez – Trabajo propio. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons.
La realidad parece ser otra, así lo más probable es que la imagen se tratara de una donación efectuada por algún maestre o hacendado de la orden de Calatrava con objeto de fomentar la fe cristiana entre los pobladores que llegaban a Hontoba y al mismo tiempo incrementar el número de los que acudían a la zona alentados por su naturaleza milagrosa y protectora. La imagen en concreto está tallada en marfil, y posiblemente se tratara de una “virgen de arzón “o “de batalla”, que pudiera haber sido llevada en la silla de montar de un caballo de guerra. La devoción que alcanzó la imagen entre los pueblos de la comarca y el descuido que a veces había en su cuidado, hizo que el Arzobispo de Toledo, Don Pedro González de Mendoza, entregara la ermita y sus posesiones en 1483 a los monjes jerónimos del Monasterio de Santa Ana de Tendilla. En 1652 se reemplazó la antigua ermita de reducidas dimensiones por un nuevo edificio de nueva planta, que coincidiría básicamente con el que actualmente se encuentra en ruinas. Al parecer en una de las puertas laterales se grabó la fecha de 1653 como fecha construcción, no obstante a pesar de la búsqueda que hicimos no conseguimos encontrar dicha inscripción.
Al santuario se le atribuyen muchos milagros. En los libros 4º y “último” del legajo de Fray Antonio de san Ignacio se recoge una larga relación de los mismos que agrupa por temas y por la fuente de conocimiento de los mismos que habrían sido los siguientes; la tradición (lo narrado de padres a hijos), los documentados por los propios Jerónimos que desde la última década del siglo XV se hicieron cargo de la administración de la ermita y los “escritos en las tablillas” que se hallaron en el pórtico de la ermita». Llama especialmente la atención el elevado número de “resurrecciones” atribuidas a la Virgen a través de este santuario; así en el legajo se cuenta como un oficial muerto durante la construcción del templo fue resucitado para continuar ayudando a la misma o un niño que justo al ir a ser enterrado resucito tras haber prometido su madre que quedaría consagrado al cuidado de la Ermita durante un año si era revivido, tal y como supuestamente sucedió lo que se representó en una de las tablillas a las que hicimos referencia. En cualquier caso, la mayor parte de estos milagros atribuyen curaciones o la ayuda a la comarca cuando se encuentra necesitada (especialmente para sacarla de periodos de sequía, como sucedió en 1561 y en 1614), cumpliendo de esa forma con la función básica de un “santuario” que no son sino satisfacer las necesidades espirituales de un pueblo que se siente a través del mismo como “escogido” por la divinidad. El declive de la ermita se produjo con la desamortización de Mendizábal, quien con un Decreto que aprobó en marzo de 1836 nacionalizó todos los solares, tierras e inmuebles cuyo titular era la iglesia. En julio de 1837 los puso a la venta, al tiempo que abolió el diezmo (impuesto obligatorio que recibía la iglesia de la producción campesina). Aunque la idea inicial no era del todo mala y buscaba utilizar el dinero obtenido para paliar el enorme problema de la deuda pública tras las guerras carlistas y dotar de actividad agrícola a las tierras que no producían nada porque nadie las cultivaba (se trataba de crear más trabajo en el campo), la realidad llevo a que una gran parte de monasterios quedaran abandonados a su suerte, siendo la situación especialmente grave para toda la provincia de Guadalajara, viéndose afectados la mayor parte de sus monasterios, algunos de los cuales ya os hemos venido hablando con anterioridad ( Bonaval y Monsalud entre otros)
Como ya hemos mencionado, fueron las indicaciones de nuestro buen amigo Ángel, las que nos animaron a visitar Nuestra Señora de los Llanos en una tórrida tarde del mes de junio. La idea inicial era tratar de descubrir hasta que punto subyacía algo de verdad en la rumorología de la zona según la cual, la ermita conectaría con el pueblo de Hontoba a través de una red de túneles, así como tratar de discernir si realmente existió aquí o no una “biblioteca secreta” muy mencionada por aquellas tierras.
La subida a la ermita se realiza a través de un camino de algo más de dos kilómetros en pendiente pronunciada. Si realmente, y tal y como se narra en el libro milagros, “un preso liberado subió hasta la ermita caminando de rodillas, para agradecer a la Virgen su intercesión”, dudamos mucho de que el beneficiado viviera para contarlo. El ascenso fue duro y a pleno sol aunque las vistas del valle nos lo hicieron más ligero. Alcanzada la cima, recorremos el perímetro del monasterio. Además de una piedra de molino encontramos a bastante distancia de la entrada unos huecos horadados en el suelo, lo que nos lleva a pensar que efectivamente la red de galerías subterráneas debió de ser bastante grande. Nos centramos en tratar de encontrar en los laterales la inscripción de la fecha de construcción de la ermita, lo que no conseguimos, así como en localizar la posible ubicación de la biblioteca. La supuesta existencia de dicha biblioteca comenzó a rumorearse en los años de la desamortización, hablándose de un “archivo secreto” si bien no existe ningún dato concreto que confirme la realidad de su existencia. La única zona que encontramos que hubiera podido albergarla es la zona abovedada próxima a la entrada, pero el acceso a esa zona se nos hizo imposible. Realizamos también una medición de campos magnéticos que arrojó resultado negativo salvo en un punto concreto. A pesar de recorrer varias veces el interior, el resultado era siempre coincidente y nos remitía al mismo punto, justo debajo de lo que fue la bóveda central (os dejamos una foto de esa bóveda, hoy destruida, y de Daniel preparando la ghostbox para la sesión parafónica.
Nada más empezar el registro y apenas tras haber indicado “vamos a iniciar una sesión parafónica con ghost box” escuchamos un “piensa en mi” – os dejamos el registro para que lo escuchéis justo cuando Daniel termina de hablar. La verdad es que las presuntas entidades que esa tarde parecían acompañarnos, tenían sin duda ganas de charlar, porque poco después, tras indicarles “somos Daniel y Nacho, ¿podéis dejarnos algún mensaje hoy?” nos contestan claramente con un rotundo “son dos”. Aprovechando su locuacidad, les preguntamos ¿debemos entrar en las cuevas? , y dos voces femeninas diferentes, una después de la otra, nos responden “Si, quizás”, y finalmente, al inquirirlas para que nos respondieran ¿En dónde se encontraba la biblioteca? nos ofrecen una respuesta más críptica… (Escúchala AQUÍ) Os dejamos toda la secuencia de preguntas y respuestas, esperando que os sorprendan tanto como a nosotros. Sí queremos indicaros que precisamente en el lugar donde estábamos grabando esta sesión, incidía el sol de plano en ese momento siendo justo la zona abovedada a la que hacíamos referencia anteriormente y de la que os dejamos también una foto a continuación.
Finalmente abordamos la entrada a la zona subterránea que había motivado especialmente esta visita. En el momento en el que entramos desconocíamos totalmente lo que nos íbamos a encontrar, con lo que abordamos la exploración con algo más que “respeto”. Una vez dentro comprobamos que se trataba de un túnel central que acababa en una estancia amplia que se abría en dos alas, las cuales a su vez daban entrada a unas pequeñas estancias. La estructura era la típica de una bodega y mantenemos esta hipótesis porque su configuración es idéntica a la que pudimos observar, apenas 15 días después, en nuestro regreso al Monasterio de Monsalud, de la cual sí tenemos confirmado ese destino.
Respecto a la existencia de un túnel, lo cierto es que no pudimos encontrarlo pero si tenemos claro que la red subterránea es bastante más amplia de lo que pudimos recorrer. Como os dijimos (y os dejamos una foto de ello), a unos 30 metros de distancia de la entrada observamos unos huecos en el suelo que sin duda iluminaban otras estancias que sin embargo ahora son inaccesibles.
Como se puede observar en las fotos tomadas con la cámara infrarroja, en la zona más lejana de una de las estancias aparece un corredor cegado por derrumbe que debía prolongarse hasta no sabemos dónde.
Pero lo mejor de la tarde estaba por llegar. Realizada la exploración de la zona subterránea, retomamos la “ghost box” y los resultados fueron de nuevo espectaculares , una de las sesiones más completas que hemos tenido y además con respuestas coherentes y sin ninguna sensación de agresividad, a diferencia de lo que nos ocurrió en otras ocasiones, como en La Marina o en el hospicio de Rubielos de Mora. La “charla” decidió comenzarla Daniel preguntando ¿Tenéis algún mensaje que darnos esta tarde a él o a mí? La contestación es un “A ti Dani” realmente rápido…. (Escúchala AQUÍ) A la inmediata pregunta, también de Daniel, “¿Realmente este lugar para que era empleado?” nos responden con una claridad impresionante “ya murió”. Como si las presuntas entidades lamentaran que el mismo hubiera dejado de ser visitado y quisieran poner de relieve como el santuario dejó de ser lugar de culto. Cambiamos de turno y en esta ocasión el que escribe estas líneas, Nacho, les pregunta “¿Queréis que nos vayamos?” Y también de forma clara y rotunda se escucha a una voz femenina contestar “nada” Daniel decide insistir, preguntando “¿Es cierto que a través de estas cuevas se podía acceder hasta el pueblo de Hontoba?” y la respuesta en esta ocasión nos vuelve a dejar de piedra. Dos voces masculinas, una detrás de otra, nos responden. La primera indica “casi” y la segunda, como corrigiendo a la anterior, asevera “si van«. (Según las entidades, parece pues que la existencia del famoso corredor sería finalmente cierta). ESCÚCHA AMBAS VOCES….AQUÍ Continuamos lo que a todas luces era ya una conversación y preguntamos de nuevo por la biblioteca ¿Sabéis algo de la biblioteca?” Aquí la respuesta es contradictoria, primero una voz dice “si” (se escucha muy rápido y muy tenue) e inmediatamente otra, como corrigiéndola dice “no” (es como si prefirieran dejar su ubicación en secreto). Insistimos preguntando “¿Dónde está?” “Antes nos han indicado que se encontraba al sur del monasterio”. Aquí se invierten los términos, primero una voz dice “no” y pasados algunos segundos otra continúa con un clarísimo “pero”. Tan nítida fue esta contestación que podéis escucharnos a Dani y a mí, metidos de lleno en lo que ya era una conversación, respondiendo “¿Pero?”, a lo que por desgracia se nos da una respuesta ininteligible. Seguidamente Dani pregunta “¿Hubo algún incendio en la biblioteca?”, a lo que le contestan “pedir” y “tres”. Os dejamos aquí la conversación integra:
Terminada la jornada abandonamos Hontoba. Nos vamos tranquilos muy lejos de la sensación de desazón con la que hemos abandonado otra ubicaciones, despidiéndonos hasta otra ocasión con un espectacular atardecer, del que como no, os acompañamos algunas fotos. Hasta pronto, Hontoba.